El escritor que vive su cuerpo como un ‘campo de concentración’

    El escritor que vive su cuerpo como un ‘campo de concentración’

    Hernán Valladares Álvarez, autor del poemario ‘Desde el abismo, versos inválidos’, publica ahora Cuerpocampo de Concentración (Sapere Aude), un lúcido compendio de textos surgidos de la traumática experiencia de su accidente de moto que le deja parapléjico en 2013, con 43 años. Textos en los que se plantea qué sentido tiene la existencia y acecha la bestia negra contra la vida. Desde El Asombrario, le pedimos a Hernán publicar un extracto del libro, precedido de una breve explicación suya de cómo surge. Se lo pedimos porque Hernán sabe conectar con sus pensamientos y palabras con lo más hondo, y a menudo también más duro del ser humano, que no es otra cosa que el abismo de una soledad difícil de contar desde posiciones más, digamos, cómodas. Pero Hernán es hombre que no se queda en capas superficiales y nos ha entregado este texto, tan conmovedor como su Cuerpocampo de concentración, capaz de llevarnos a lugares de nosotros mismos que pocos escritores alcanzan y en los que tampoco muchos lectores se atreven a entrar.


    Preservas el mismo cerebro de antes. Era interesante, un cerebro simpático, lleno de ingenio, amistad, cariño y conocimiento. Cerebro adaptable que te hacía mejorar. Pero ahora no sirve. No tiene cuerpo donde habitar. No habita. Eras escritor. La literatura. Eso te salvaba, pero ahora… Todo está mal. Cada línea de ese libro que concebiste en el hospital supone un esfuerzo descomunal. Lo estás vertiendo al folio electrónico; has empezado el ímprobo trabajo de continuar con ese proyecto, el libro que narrará lo sucedido. Te explicará. Te sientes impostor, porque no tecleas con los dedos ni garabateadas con un bolígrafo ideas y esquemas en un cuadernillo. Qué lujo suponía. No escribes: hablas, y lo que dices se convierte en texto imperfecto, torpe y encima con errores ortotipográficos. Has tenido que aprender a hacer pasar por los circuitos de la escritura el discurso hablado. Has tardado tiempo. Es un aprendizaje. Un aprendizaje irremediable, no placentero. Tras años, ahora ya sé escribir hablando. Corrijo con un punzón en mi mano derecha. Todo es lento, de cadencia desesperante, un esfuerzo sobrehumano. Palabra a palabra, línea a línea, párrafo a párrafo se va formando el túmulo literario. Parece un último, extenso capítulo de tu biografía. Como una obra póstuma.