La poesía como morada. Sobre el libro "La segunda persona", de Fulgencio Martínez

    La poesía como morada. Sobre el libro "La segunda persona", de Fulgencio Martínez

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    Venancio Iglesias Martín ha escrito este texto como introducción al libro La segunda persona, de Fulgencio Martínez. (Sapere Aude, Col. Ad Versum. Oviedo, diciembre de 2021).

    LA POESÍA COMO MORADA

    Un poema como “Gracia mayor” es incomprensible para quien no sepa que la poesía es un habitáculo y morada segura contra inclemencias de la temporalidad. La poesía es un caracolito que va dejando su rastro de alma, en el alma de todos los indefensos ante una desgracia común. Con su casita frágil y al amparo de esta, el poeta va construyendo un rastro de guijas que sirvan para hacer volver a casa a los náufragos de la vida.

    “Sólo entiende lo que dice el poema quien, en la soledad de éste, percibe la voz de la humanidad”. Sólo ante el poema, el poeta ve, percibe a la humanidad como entidad sufriente y, como Pulgarcito, va diseñando el camino para que sus hermanos, perdidos en el bosque, vuelvan a casa del Padre porque, aunque pequeña, sólo en la casa, en ese solar se puede vivir… y morir.

    ¡Qué bien ha entendido el poeta Fulgencio Martínez este concepto de Heidegger!

    “A los días comunes y grises, gracias”. ¿Gracias por qué? ¡Me suena a un despojarse de toda vanidad! El descender al humus, a la tierra para decir lo que hay que decir. De ahí viene el término “humildad” que es, según la definición de Santa Teresa, “andar en la verdad”. ¡Preparémonos a escuchar, pues, palabras de verdad! ¿O es añagaza y “recurso poético” con todo lo negativo que esto encierra? Consecuentemente habría que expulsar al autor del canon de la filosofía como lo haría Platón. Pero no hay por qué preocuparse. El autor ha hecho la carrera de filosofía; profesión de lo verdadero. En este momento se trata de escuchar palabras de verdad. Dejemos la opacidad y la mentira para la política.