Ortega entre las masas según Pedro Menchén

    Ortega entre las masas según Pedro Menchén

    Ver libroPor Arturo del Villar*. LQSomos

    A este Ortega le apodaban El Bueno las damas de la alta sociedad madrileña que acudían embobadas a escuchar sus conferencias, para lucir sus mejores joyas y pieles. Así lo diferenciaban de su hermano mayor Eduardo, un republicano exiliado en París durante la dictadura del general Primo, en donde editó con Óscar Esplá la excelente revista España con Honra en 1924, y después en Hendaya Hojas Libres en 1927; en 1931 fue nombrado gobernador civil de Madrid y en 1936 fiscal general de la República, a la que fue fiel hasta su muerte en el exilio de Caracas en 1965.

    En cambio, José había fundado la Agrupación al Servicio de la República con Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala, constituida legalmente el 23 de abril de 1931, pero los tres la traicionaron y los tres residieron y murieron en la España sometida a la dictadura, por la que habían combatido sus respectivos hijos en la guerra organizada por la sublevación de los militares monárquicos en 1936, y a la que ellos defendieron con sus escritos, sus palabras y sus silencios cómplices.Al final lo que persiste de ese Ortega es su labor periodística, que él mismo iba recopilando en libros. Así, La rebelión de las masas fue apareciendo en el diario madrileño El Sol como folletón en 1929, y al año siguiente en formato de libro. De esa manera suponía que sería leído por los compradores del diario, siempre muchos más que los ciudadanos dispuestos a gastarse el dinero en la adquisición de un libro.

    [...] Quedó escrito al comienzo que desde su Fundación se postula el culto a su personalidad. Los prólogos a las reediciones de sus obras se encargan a publicistas de probada sumisión a su pensamiento, ya que no se pueden publicar sus obras todavía sin la pertinente autorización de los herederos legales. Los ensayos acerca de su vida y obra obviamente no necesitan ese requisito, pero solamente son promocionados por los numerosos medios con los que cuenta la Fundación cuando responden al criterio hagiográfico que la inspira. Por eso este libro de Pedro Menchén va a quedar en el limbo, a pesar de sus indudables aciertos. Mejor dicho, precisamente a causa de sus indudables aciertos. Yo lo comento porque soy orteguiano. De Eduardo Ortega, por supuesto.